Todos dependemos de las relaciones con otros para sobrevivir y desarrollarnos, esto va más allá de nuestra propia voluntad o lo que nosotros queremos, si quieres aprender cómo mejorar tus relaciones con tu familia y demás grupos, te invito a leer este post.
Cada sistema es único y, de acuerdo su propia conciencia, tiene sus propias reglas; Adicionalmente las relaciones en nuestros grupos están regidas por lo que Bert Hellinger llamó los órdenes del amor: La pertenencia o vinculación, el equilibrio entre dar y recibir, y la jerarquía y el orden:
1. Todos pertenecen al sistema familiar: Todos los elementos de un sistema tienen derecho a pertenecer a dicho sistema. Todo aquel que haya pertenecido, aunque se haya ido del sistema, sigue teniendo un lugar dentro del mismo. Cualquier exclusión, consciente o inconsciente de un miembro del sistema traerá repercusiones negativas sobre el bienestar del conjunto.
Cuando se hace algo que arriesgue la pertenencia a nuestro sistema, nos sentimos mal, lo que en Constelaciones llamamos “Mala Conciencia”. Esta puede ejercer una fuerza tan desagradable que obligará a cambiar la propia conducta para sentir que se sigue perteneciendo, que se está vinculado al sistema; así se evita sentir culpa (por cuanto se siente miedo de ser excluido o alejado).
Un niño puede sentir esa vinculación como un sello de compromiso, se siente como Amor (primario). Así los actos requeridos por su sistema le impliquen sacrificar su potencial, felicidad o hasta su vida, lo hará con esa inocencia, para garantizar su vinculación y pertenencia al sistema. Esto es lo que llamamos “amor ciego”.
Durante el trabajo en constelaciones se tratará de sacar a la luz estas dinámicas, cuidando, en primer lugar, el bienestar del sistema. Ello con el propósito de, luego, sentir la confianza de actuar usando su potencial para cumplir la misión de vida, así esto sea algo a lo que el sistema no esta acostumbrado, y teniendo la seguridad que seguimos perteneciendo y vinculados a nuestro sistema.
2. El equilibrio entre dar y tomar: Cuando recibimos algo (que consideremos bueno o malo) de otra persona, perdemos un poco nuestra independencia, puesto que surge la necesidad del equilibrio. Para compensar se debe devolver un poco más, para que el otro quiera compensar nuevamente y siga este ciclo virtuoso, o un poco menos, si queremos terminarlo, por ejemplo, en el caso de las venganzas.
Un enemigo del vínculo es el desequilibrio entre el dar y recibir. Por ejemplo, los ayudadores, que solo dan, pero no reciben, están comprometiendo al otro y, si el otro no puede compensar lo recibido, sentirá una urgencia de irse de la relación.
Entre Padres e Hijos este equilibrio no es posible porque solo se puede entre iguales. Los padres nos dieron la vida, que es lo más grande, y no podemos devolverla. Para compensar
un poco esta relación es necesario agradecer y pasar la vida a los hijos naturales o crear proyectos que sean parte de tu misión de vida y disfrutar la vida en nombre de los padres y el tuyo propio.
3. La jerarquía y orden debe ser honrado: Los elementos que llegaron antes tienen prioridad sobre los elementos que llegaron después al sistema. Los Padres serán los grandes y los Hijos los pequeños; los padres dan, los hijos reciben. Si no se respeta o se rechaza de plano esto, el hijo se sentirá vacío y con su corazón cerrado.
No solo se debe reconocer a los progenitores, sino a todos los que vinieron antes y que hacen parte de nuestra cadena generacional, que permitieron que nosotros naciéramos y hacen parte de lo que somos. También se debe reconocer el orden entre hermanos, así no este presente o sea medio hermano.
Por el contrario, los Sistemas nuevos tienen prioridad sobre los anteriores o los de origen, así como los elementos nuevos tienen prioridad ante la atención o cuidado, los que llegaron antes dan y los que llegaron después reciben. La relación entre los miembros de una pareja es de iguales y diferentes a la vez, y es parte del orden reconocer las dos características.
El Tomar de los padres:
Tomas a tus padres cuando reconoces y aceptas el hecho de que te dieron la vida (lo más grande y valioso en esta existencia), que tienes los padres perfectos para ti, son los adecuados para tu vida tal cual son y no pueden ni necesitan ser de una manera distinta, cuando dejas de juzgarlos y no te sientes superior o mejor que ellos.
Nadie se convierte en Padre o Madre por sus características morales, sino a través del acto de dar vida y esto ya está dado. En la fecundación llega lo esencial, luego en el embarazo y parto, todo lo que dan después es añadidura. Así suene fuerte, esto ya lo podría hacer cualquier otra persona.
Podrás estar en paz contigo mismo si estás en paz con tus padres. Los hijos que se quedan en las acusaciones y exigencias en lugar de reconocer y respetar se quedan en la inercia y en el vacío. Es un gran error exigir algo más a los padres o no aceptar lo que son, porque entonces se está trastornando la realidad.